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El hogar de las voces que se hicieron escuchar para aprobar una ley

El colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla logró que el Congreso del Estado aprobara la ley local en materia de desaparición de personas, presionando con un plantón por 45 días en la calle 3 poniente del Centro Histórico de Puebla.

Por Raquel Maroño Vazquez — Integrante del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia y acompañante solidaria del colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla.

Marcha del colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla

...tomar la calle es la última medida de una serie de acciones desesperadas ante un Estado sordo e indolente...

Foto: Raquel Maroño

Hoy, en la ciudad de Puebla, hay muchas personas que siguen pensando que el plantón de la 3 poniente del centro histórico era de antorchistas, motivado por algún partido político o tal vez que era de familiares de personas desaparecidas, todas ellas criminales. Lo cierto es que, por 45 días, las valientes familias del colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla, motivadas por el amor a sus familiares desaparecidos, detuvieron sus vidas para plantarse en la calle y exigir la aprobación de la Ley Local que por derecho les correspondía.

Sobre cómo el Colectivo llegó a habitar la 3 Poniente

Contemplar un plantón como transeúnte suele generar muchas dudas, principalmente ¿qué hacen esas personas ahí? ¿qué estarán pidiendo? Pero si algo puedo asegurar, es que sin importar la causa del plantón, tomar la calle es la última medida de una serie de acciones desesperadas ante un Estado sordo e indolente, y justamente ese fue el caso del plantón de la 3 Poniente.

“¿Qué significa ser parte del plantón? Resistencia, lucha y hermandad para encontrar a nuestros desaparecidos”.

Susana Sedano Posadas, hermana de José María Sedano Posadas.

El 15 de junio de 2020, el colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla, presentó al Congreso del Estado la propuesta de ley local en materia de desaparición de personas. El Congreso dijo que sería su prioridad aprobar la ley, pero para 2021 todavía no se había discutido su aprobación en el pleno, ni tenían agendada dicha discusión. Por ello, desde marzo de este año, los familiares del colectivo comenzaron con acciones para presionar al Congreso y para recordarles que ellas y ellos seguían ahí, esperando una respuesta.

Y se llegó el día, el jueves 15 de julio de 2021, fue la última sesión del periodo ordinario del Congreso actual de Puebla y no se discutió ni aprobó la Ley Local de Desaparición. Las familias exigieron una respuesta puesto que las y los diputados habían tenido tiempo suficiente para revisar la ley y en cambio, se iban directo a sus vacaciones sin haber pensado en las personas desaparecidas del estado ni en los familiares que llevan meses y años esperando su regreso.

“Cuando los diputados terminaron la sesión sin aprobar la ley a mi me dió coraje e impotencia porque tenía tiempo que se les había hecho llegar la propuesta y nunca se tomaron ni el tiempo de leerla”.

María del Carmen Victoria Rosales Camacho, madre de Nadia Guadalupe Morales Camacho.

“Me dio mucho coraje ver que, darme cuenta, saber que los diputados ya se habían ido, me dio mucha rabia y al mismo tiempo pues desconsuelo porque pensé que ya no iba a pasar nada con la Ley y bueno fue en ese momento cuando enojados, molestos, furiosos, indignados, dijimos aquí nos vamos a quedar”.

María Luisa Núñez Barojas, madre de Juan de Dios Núñez Barojas.

Se hicieron promesas vacías, se dieron discursos políticos y se les pidió a los familiares que tuvieran paciencia, como si no fueran vidas en pausa, como si no fueran hijos e hijas lejos de casa de quienes hablábamos. Y así, el colectivo decidió no moverse de esa calle, en la parte posterior del Congreso, por exactamente 45 días hasta que se aprobara la Ley que las y los diputados les debían.

Ese jueves llovió muy fuerte mientras las familias instalaban las casas de campaña que las feministas solidarias les habían llevado, y esa noche, las mujeres y hombres del colectivo Voz de los Desaparecidos en Puebla, durmieron por primera vez en su plantón con los calcetines y la ropa mojada.

Los primeros días María Luisa, vocera del colectivo, recibía a las personas con un caluroso: “Bienvenidas a su plantón”, haciendo alusión a la palabra cantón que en México significa casa.

¿Cómo se construye una casa en medio de la calle?

Para construir una se necesita un techo, que en este caso fueron tres carpas prestadas que no eran suficiente para los días de lluvia, por lo que se reforzaron con lonas y plástico. También se necesitan cuartos y camas: casas de campaña, cartón, hule-espuma, sacos de dormir y decenas de cobijas. Por paredes, las lonas con los rostros de todas las personas desaparecidas que componen el Colectivo; por comedor, unas mesas plegables y muchas sillas; por cocina, un anafre y una despensa; y por baño... las casas cercanas de amigos, un hotel a una calle que cobraba 10 pesos, las instalaciones del Sears, o si todo eso fallaba, una cubeta para las largas noches de guardia.

Minita con 83 años es una de las integrantes del Colectivo. En la imagen sostiene la foto de su hijo José Martín Jiménez González, quien desapareció en noviembre de 2018.

Foto: Raquel Maroño

Por último, se necesita una familia que la habite, esta la conformaron decenas de familiares de personas desaparecidas: madres, padres, hermanas, hermanos, tías, abuelos y abuelas, hijos e hijas, sobrinas y sobrinos. Rubí, la más pequeña de 3 años de edad, hasta la señora Minita de 83. Con sus voces y su presencia, el plantón cobró la calidez de un hogar, la carpa se llenó de risas, del olor de deliciosos platillos, de confidencias, desacuerdos y conflictos que después fueron resueltos como se resuelven las cosas entre hermanos y hermanas; y a veces, también se llenó de lágrimas que encontraron un lugar seguro en el cual verterse, porque ante cada dolor, había abrazos y comprensión por parte de aquellos que viven la misma pesadilla.

Y cómo no decirlo, el plantón a veces se llenó también de miedo, por las alarmas de los negocios vecinos que se activaban de madrugada para ahuyentar a los familiares del colectivo; por los golpes nocturnos del guardia que custodiaba el interior del Congreso; por los 20 motociclistas que pasaron de madrugada por la acera y que con el ruido de sus motores parecía que arrollarían las casas de campaña y a sus ocupantes con ellas; por los hombres que de noche tomaban fotos del plantón y de los familiares; y por las personas intoxicadas de alcohol o de locura que rondan las calles del centro y que a veces se acercaban al plantón a robar, a molestar o simplemente a platicar.

Al final de cuentas, hacer un plantón implica poner el cuerpo en el espacio público, un cuerpo digno que reclama justicia, que exige una ley que por derecho merece, pero también un cuerpo vulnerable, expuesto de día y de noche, protegido por paredes de lona y por el amor y cuidado de los demás cuerpos que forman una familia.

Cuando los dolores se volvieron fuerza

Para hacer un canto coral se necesitan más de cinco voces, para hacer un plantón también. En el plantón los familiares cantan, un día recordaron a sus familiares desaparecidos a través de sus canciones favoritas, sonaban corridos y Resistiré de Estela Raval envolvió el plantón con su voz. Otro día, durante un taller, entonaron al unísono una canción infantil para aprender las escalas, después cambiaron la letra y las notas se volvieron reclamos, pusieron música a su dolor y crearon un himno de lucha que ahora les acompaña en sus marchas.

"Desde que no están no existe el miedo
Cantamos por quien no tiene voz

Aquí siempre sobra voluntad
Somos la voz de quien aquí no está
Sin cansarse y sin descansar
Luchamos por quien no puede luchar
Fragmento del himno creado en el plantón con el apoyo solidario de José Raúl Lazcano, Andrea Ortiz y Saúl Lozada.

Foto: Alexia M. Montalban

Todas las tardes, el interior de las carpas se convertía en un espacio de expresión artística y aprendizaje cuando personas solidarias daban talleres: los familiares hicieron poesía, muñecas de tela, títeres con materiales reciclados, pintaron y dibujaron, intervinieron fotografías de sus familiares desaparecidos con mensajes, construyeron un himno y montaron un performance que presentaron el día internacional de las víctimas de desaparición delante de la Fiscalía de Puebla.

A veces la gente pasaba y murmuraba “¿cómo pueden estar tan felices?”, no sabían que los familiares de las personas desaparecidas han convertido sus dolores en fortaleza. Terry Tempest dice que cuando las mujeres fueron pájaros, cantaban al amanecer o al atardecer y curaban al mundo con su dicha. Las mujeres del plantón convierten su dolor en arte, sus voces entonan cantos, curan al mundo con su dicha y nos recuerdan que a pesar de todo lo que han vivido, el mundo está hecho para ser celebrado.

La calle, otra vez vacía y Puebla con una ley pero no para las familias

Una semana después de haber instalado el plantón, algunos familiares del Colectivo acudieron al Palacio Nacional en la Ciudad de México para hacerle llegar al presidente Andrés Manuel López Obrador su pliego petitorio, respecto a la iniciativa de Ley que el Congreso poblano estaba frenando. Extendieron su mensaje a un periodista que pudiera entrar a la Mañanera y siete días después, vieron al presidente escuchar su demanda y al subsecretario de derechos humanos, Alejandro Encinas, decir que ese mismo día iría a Puebla a tratar el tema con el gobernador Miguel Barbosa y con las familias del colectivo.

Entre las presiones mediáticas, el plantón y el mensaje en Palacio Nacional, el Congreso del Estado de Puebla realizó la sesión extraordinaria que los familiares exigían y el miércoles 25 de agosto, tras 42 días de plantón, las y los diputados aprobaron la Ley de Búsqueda de Personas, que desde el nombre invisibiliza la problemática de desaparición en el estado, que no contempla la creación de un fondo estatal para que la ley se aplique, “ni garantiza la mayor protección respecto al derecho de participación de las familias; no reconoce derechos básicos de las víctimas directas e indirectas, ni incorpora pautas forenses de carácter multidisciplinario para la identificación humana”, de acuerdo con Berenice Martínez para El Sol de Puebla. Y se sintió como una victoria a medias.

“Cuando se aprobó la ley, al escuchar cómo quedaba, tuve sentimientos encontrados; entre feliz por haber sido escuchados y a la vez un coraje inmenso porque quedó tan pobre como la pobreza mental y humana de quienes la aprobaron”.

Ana Lilia Tlalolini Díaz, madre de Edwin Ariel

Foto: Raquel Maroño

El sábado 28 de agosto, tras una comida familiar con el colectivo y las personas solidarias que les acompañaron, la casa de la calle de la 3 poniente fue empacada en algunos coches.

Los familiares no se arrepienten de nada. Con su esfuerzo, su perseverancia y su digna rabia lograron la aprobación de la ley, una ley incompleta por la que seguirán luchando. Saben que contar con ella les facilitará los procesos de búsqueda e investigación de sus casos, pero reconocen que el mayor beneficio de tener una ley en el estado será para los casos de desaparición que lamentablemente, seguirán ocurriendo en el futuro.

Me sentí empoderada y pensé que valía la pena...

Me sentí empoderada y pensé que valía la pena...

Todo este esfuerzo, cansancio y dolor ha sido por la ciudadanía, esa que muchas veces indolente o ignorante de la situación, fue cruel y grosera con los familiares del plantón, pero también para esa otra ciudadanía solidaria y empática que se acercó a apoyar con comida y víveres, con palabras de aliento, con escucha, con talleres, con tiempo y genuino cariño.

Los sentimientos de dejar el plantón son agridulces, los familiares dichosos con sus logros saben que la mayor victoria fue la de encontrarse, conocerse más allá de las marchas y los eventos, fortaleciendo sus relaciones al compartir las comidas, las risas, las pláticas de madrugada, las bromas y también los acontecimientos propios de la vida cotidiana.

Ahí en el plantón, aprendí que desde nuestro dolor, desde nuestra desesperación, desde nuestra angustia se pueden construir lazos entrañables de amistad, de solidaridad, de amor y eso es lo más maravilloso e increíble que me dejó el plantón”.

María Luisa Núñez Barojas, madre de Juan de Dios Núñez Barojas.

La calle nuevamente vacía, los familiares regresan poco a poco a sus casas, sabiendo que volverán a encontrarse en unos días, que la lucha sigue y todavía queda mucho por hacer. La próxima vez que caminemos por la calle 3 poniente del centro histórico recordaremos con una mezcla de sentimientos los días en el plantón: una causa terrible y dolorosa nos unió bajo esas carpas, pero salimos de ellas fortalecidas, victoriosas y menos solas y solos que antes.

Escucha el himno completo aquí

Escucha el himno completo aquí

Gráfico: de los 2.115 personas desaparecidas en el estado de Puebla casi la mitad han sido en la capital, seguida por los municipios de Tehuacán, Atlixco, Tepeaca y Huachinango.

Fuente: Comisión Nacional de Búsqueda.

Este especial fue hecho gracias a las voces de las y los familiares del Colectivos Voz de los Desaparecidos en Puebla, quienes con su digna lucha lograron la aprobación de la Ley de Búsqueda de Personas en su estado.